Concebir a la
literatura como aquellos textos ficticios o imaginarios que contienen sucesos
no reales podría llevar a cualquiera por una vereda inextricable sobre el
verdadero conocimiento de lo literario e incluso por la errónea decodificación
de los escritos literarios. Para ello, es preciso entender que la literatura no
es simplemente su contenido sino su forma, esto es lenguaje, cuyo disposición,
distribución y uso clasifica el fin práctico que le corresponde.
Entonces la concepción de lo que es literatura viene a tomar mayor importancia a partir del siglo XX, donde se entiende a la literatura no como un recipiente de la cultura y memoria humana, sino como un objeto material que puede ser comprendido si el continente lingüístico es verificado de la manera apropiada. De esta forma, la estructuración del lenguaje dispone el hecho literario, es decir, que el contenido se constituía a partir de la disposición de la forma. Entonces a partir de aquí la literatura se puede considerar como una organización especial del lenguaje (no como una carga simbólica, ficticia o imaginaria de la ideología y subjetividad humana), donde el empleo estético del lenguaje lo diferencia de los textos comunes.
Sin embargo, es preciso entender que a pesar de que la literatura actúa como un texto no pragmático, muchos textos pueden tener de igual forma un fin no utilitario o bien pueden usar un lenguaje figurativo o irregular sin la necesidad de que éste sea interpretado de la manera correcta. Como resultado se entiende que tanto los textos no prácticos como los que contienen un extrañamiento del lenguaje pueden no ser textos literarios, de tal forma que surgen las siguientes cuestiones: ¿Cómo saber si un escrito tiene valor literario? ¿De qué manera podría considerar un escrito cualquiera como literario? y ¿Qué clase de escritos podrían clasificarse como literatura?
Para empezar a
responder, es necesario entender que los textos literarios utilizan un
enrarecimiento y una disposición abstracta del lenguaje, de tal forma que
tienen una motivación, es decir está escritos de tal forma que su finalidad es
que tengan una diversidad de interpretaciones, al tiempo que el lector atribuye
significados al significado principal. Entonces a través de los elementos que
componen el lenguaje literario, la deformación del lenguaje ordinario y el
trasfondo contenido será que el lector considere que el texto es literario,
pero únicamente bajo las consideración y restricciones que los lectores hagan
del textos es que podrá hacerlo verdaderamente literario.
Entonces serán los juicios de valor, el lenguaje del texto y su papel en el contexto social lo que harían al texto literatura. Pero no se debe olvidar que todo texto debe tener ciertas cualidades inherentes que el lector lo considere de cierta forma, sino sería imposible muy a pesar de que lector encuentre infinidad de interpretación en un cartel de venta de ropa o bien que encuentra gran profundidad en un aviso de peligro.
Aún con lo antes
dicho, hay que tomar en cuenta que muchos texto podría considerarse literarios
por su calidad lingüística, su contenido o valor ideológico, entonces aún con
esto es difícil comprender cuándo un texto puede volverse literatura y cuando
no. El papel de “reescritura” (o de resemantización) del lector es importante
en este caso, pero es difícil que los demás lectores noten los valores que los
demás lectores son capaces de encontrar, de ahí la siempre presente
inestabilidad de la literatura.
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