lunes, 27 de enero de 2014

Textos “cerrados” y textos “abiertos”



El proceso de interpretación de cualquier texto literario, tiene que pasar necesariamente por una operación de actualización que le compete únicamente al lector. Aquí el destinatario sigue ciertas formas o técnicas que lo ayudan a desentrañar los artificios expresivos y el mensaje del escrito, al mismo tiempo que recodifica los elementos no dichos (conocidos por Umberto Eco como los elementos no manifiestos en el plano de la expresión), lo que tiende a actualizar o a resignificar lo que se plantea en el contenido.
Entonces el trabajo del destinatario dentro del texto es de vital importancia, ya que a medida que se involucra con él, éste aumentará su plusvalía de sentido. Entonces, la plusvalía de la que se habla aumentará según el grado de apertura que tenga el texto (su disponibilidad o libertad con la que permite que el lector se involucre). Pero, al mismo tiempo, esta potencialidad significativa aumentará según la competencia comunicativa del destinatario para inferir y extraer lo planteado. 
Sin embargo, el proceso del lector para extraer y resemantizar el texto no siempre dependerá de una complicidad de y una competencia lingüística (o comprensión léxica del escrito), sino que también depende de un factor circunstancial que está basado en presuposiciones subjetivas y objetivas de lo que comprende a medida que lee. De esta manera, se aprecia que tanto la comprensión lectora como la interpretación están condicionadas a partir de la estrategia textual que Eco formula, donde el autor limita la significación propuesta a partir de un conjunto de competencias que debería tener el lector. Entonces, éste debería ser capaz de darle contenido adecuado a las expresiones que se utilizan, rellenando esos espacios vacíos de acuerdo a los estándares propuestos por el autor.
Lengua, léxico, estética, género, entre otras más, son las variables que determinarán la capacidad y concepción del lector ideal que propone Eco, ya que según su bagaje y competencia discursivo-cultural el grado en que éste comprenda el texto se verá afectado, sin embargo, el hecho de prever un lector modelo que coopere con la actualización del texto y que su interpretación sea motivada es erróneo, ya que el lector tendrá que modificar el texto para que ocurra así, pues es a través de la consideración de la expresión y los mecanismos lingüísticos que guiará al lector ideal. Pese a esto, el problema de la plurivocidad significativa persiste ya que por mucho que el autor establezca restricciones para este destinatario ideal, según Eco dos problemas (lecturas que dará el destinatario por el conjunto de presuposiciones) se irán presentando: el primero es cuando al texto se le da la lectura que quiera; mientras que al segundo compete la multiplicidad de interpretaciones que el lector puede dar al texto.  
De esta forma, de acuerdo a la lectura de los destinatarios que han sido restringidos de lector canónico (o que bien hace caso omiso a ello y utilizan los dos tipos de lecturas), se comprenderá la existencia de textos “cerrados” y textos “abiertos”, donde el grado de libertad del texto y su nivel de restringencia, en la expresión como en el contenido, mostrarán al lector real implicación con el texto. Para que estos conceptos queden lo más explícitos posibles, es necesario utilizar ejemplos de obras que aludan a estos tipos de textos y por siguiente al tipo de lecturas que se hacen:
En primer lugar se encuentran los textos “cerrados”, aquellos cuyo grado de significación y resemantización está moderada por los lineamientos del contenido y la expresión, donde se espera que el destinatario haga una interpretación condicionada por dichos elementos. Un ejemplo de ello sería Historias de Cronopios y Famas de Julio F. Cortázar, donde el lector promedio se ve aislado por una serie de neologismos y temas que está desdibujados por la implicación del Surrealismo. A partir de aquí ya se denota un gran filtro donde se aprecia que sólo los más asiduos, imaginativos y cuidadosos lectores son capaces de comprenderlo. Si se adentra más en las características extraliterarias se aprecia que el contexto histórico define en mayor medida al tema, ya que Cortázar tiene el objetivo de dar forma a las clases sociales de su tiempo, retratada a partir de personaje con forma y definición poco regular.
En cuanto a la forma y estructuración lingüística de este libro, se puede aprecia que su estructura poco convencional hace difícil la lectura para los lectores canónico de novelas y cuentos. La estructuración en fragmentos, las historias que no están ligadas directamente y el uso de un lenguaje poco usual complican aún más el entendimiento de esta novela.
Por otra parte se encuentran los textos “abiertos”, los cuales tienen un grado mayor de complicidad del lector dentro de la interpretación. El cuidado de la libertad del lector es mayor pero eso no quiere decir que no esté medida ya que los parámetros que el autor ponga vienen a distinguir una serie limitada de factores que permitan la actualización de la lectura. Un ejemplo de estos textos es María de Jorge Isaacs, donde se aprecia desde un principio que el género romántico no difiere mucho del Europeo, las características de dicho género de cualquier libro occidental pueden ser encontradas en María, mientras que la estructura temporal lineal hacen más fácil su entendimiento.
Por otra parte están los elementos político-sociales, históricos y sentimentales de la época que, aunque no están expresos, se dan a conocer por las descripciones del ambiente que rodea las situaciones centrales de la novela. Otras características de lo extralingüístico como el título en el nombre de la novela, la narración en forma de un libro de memorias y la relación de que es una novela hispanoamericana hacen más fácil la comprensión e intervención del lector dentro de la novela.

Umberto Eco (traducción de Ricardo Pochtar) 1993. Lector in fábula. La cooperación interpretativa en el texto narrativo. Lumen: España.

lunes, 20 de enero de 2014

El Discurso del relato de G. Genette: La duración en Werther de Goethe


Según el discurso del relato de Genette, un relato puede ser considerado como tal, de acuerdo a los elementos que intervienen en su composición como lo es el discurso, los sucesos que se relatan y el acto que lo produce. Esta variabilidad del relato lo lleva a una estricta diferenciación que fue planteada por los formalistas, la cual trata al relato como el discurso o texto narrativo que traza la disposición temporal, espacial y enunciativa de lo que se cuenta, mientras que la historia indica el contenido narrativo o los acontecimientos narrados que precisan lo contenido dentro del relato.
En este sentido, Genette observa que con la distinción de estos términos se puede estructurar el análisis textual de cualquier relato, este precisado no dentro del contenido, sino a partir del estudio del discurso narrativo, o más bien, en una determinación de lo que se expresa y posiciona entre la historia y la diégesis. Por ello, para el análisis es preciso observar a detalle los problemas del relato que se presentan en tres categorías (tiempo, aspecto y modo). Para esto en necesario comprender que las tres categorías precisan de cuatro campos de estudio (Orden, Duración, Frecuencia y Modo), los cuales tratan sobre el tiempo, así como las relaciones de este dentro del relato junto a la historia y el discurso.
Para comprenderlo mejor es preciso que se tenga en cuenta el estudio de la Duración, que se refiere a la disposición del plano temporal de la historia dentro del plano del relato, o lo que se llama el tiempo con el sub-tiempo. Esto se comprenderá a través de la velocidad narrativa que fluctúa diferente de acuerdo al interior con el exterior del texto. Este contraste de duraciones puede asimilarse en el Werther de Goethe, relato epistolar que es contado a través de ciertas emisiones cuya frecuencia histórica no es la misma todo el tiempo, pues la narración en primera persona de Wether figura las entregas de un diario en donde apunta la fecha siempre fluctuante e irregular y escribe los acontecimientos más importantes "4 de Mayo [...] 10 de mayo".
Entonces las relaciones del personaje son dadas ya de por sí asincrónicamente, ya que el personaje ya está muerto. Y es que el narrador hace desde el principio una entrega de las cartas y documentos del occiso: "He reunido con el mayor cuidado todo cuanto he podido recoger relativo a la historia del desgraciado Werther...". Por otra parte, otra forma de asincronía se da en el relato, ya que Werther ofrece sólo los fragmentos que ocurren durante el mismo día o días anteriores (pues no escribe en el mismo momento en el que ocurren los eventos, además de que no escribe sus relaciones todos los días pues suelen tardar días o meses en salir "29 de junio [...] 5 de julio"). Entonces Werther siempre narra lo que le sucede en retrospectiva, aunque el relato en relación a la historia narra la vida misma de este hombre a su vez en retrospectiva.
Por su parte, el discurso es narrado a una velocidad distinta, es lineal como si fuera una narración continua, sin embargo, la relación de los escritos de Werther entre sí indica que la temporalidad entre entregas es rauda, por lo que el tiempo transcurrido entre entregas pasa más rápido, actuando como un fastforward o un avance en cámara rápida. A estos momentos también llamados en cámara rápida se les podría atribuir el nombre de elipsis, donde se omite un fragmento del relato aunque en realidad el tiempo avanza, tal y como sucede cuando se el protagonista se aleja de Carlota y regresa contando lo que le sucedió durante su viaje.

Genette, Gerard. Traducción parcial por Narciso Costa Ros (1972) .El discurso del relato Ensayo de Método (orden, duración, frecuencia, modo). Editions du Seuil: 


martes, 14 de enero de 2014

¿Qué es la literatura?

Concebir a la literatura como aquellos textos ficticios o imaginarios que contienen sucesos no reales podría llevar a cualquiera por una vereda inextricable sobre el verdadero conocimiento de lo literario e incluso por la errónea decodificación de los escritos literarios. Para ello, es preciso entender que la literatura no es simplemente su contenido sino su forma, esto es lenguaje, cuyo disposición, distribución y uso clasifica el fin práctico que le corresponde.

Entonces la concepción de lo que es literatura viene a tomar mayor importancia a partir del siglo XX, donde se entiende a la literatura no como un recipiente de la cultura y memoria humana, sino como un objeto material que puede ser comprendido si el continente lingüístico es verificado de la manera apropiada. De esta forma, la estructuración del lenguaje dispone el hecho literario, es decir, que el contenido se constituía a partir de la disposición de la forma. Entonces a partir de aquí la literatura se puede considerar como una organización especial del lenguaje (no como una carga simbólica, ficticia o imaginaria de la ideología y subjetividad humana), donde el empleo estético del lenguaje lo diferencia de los textos comunes.

Sin embargo, es preciso entender que a pesar de que la literatura actúa como un texto no pragmático, muchos textos pueden tener de igual forma un fin no utilitario o bien pueden usar un lenguaje figurativo o irregular sin la necesidad de que éste sea interpretado de la manera correcta. Como resultado se entiende que tanto los textos no prácticos como los que contienen un extrañamiento del lenguaje pueden no ser textos literarios, de tal forma que surgen las siguientes cuestiones: ¿Cómo saber si un escrito tiene valor literario? ¿De qué manera podría considerar un escrito cualquiera como literario? y ¿Qué clase de escritos podrían clasificarse como literatura?

Para empezar a responder, es necesario entender que los textos literarios utilizan un enrarecimiento y una disposición abstracta del lenguaje, de tal forma que tienen una motivación, es decir está escritos de tal forma que su finalidad es que tengan una diversidad de interpretaciones, al tiempo que el lector atribuye significados al significado principal. Entonces a través de los elementos que componen el lenguaje literario, la deformación del lenguaje ordinario y el trasfondo contenido será que el lector considere que el texto es literario, pero únicamente bajo las consideración y restricciones que los lectores hagan del textos es que podrá hacerlo verdaderamente literario.

Entonces serán los juicios de valor, el lenguaje del texto y su papel en el contexto social lo que harían al texto literatura. Pero no se debe olvidar que todo texto debe tener ciertas cualidades inherentes que el lector lo considere de cierta forma, sino sería imposible muy a pesar de que lector encuentre infinidad de interpretación en un cartel de venta de ropa o bien que encuentra gran profundidad en un aviso de peligro.
Aún con lo antes dicho, hay que tomar en cuenta que muchos texto podría considerarse literarios por su calidad lingüística, su contenido o valor ideológico, entonces aún con esto es difícil comprender cuándo un texto puede volverse literatura y cuando no. El papel de “reescritura” (o de resemantización) del lector es importante en este caso, pero es difícil que los demás lectores noten los valores que los demás lectores son capaces de encontrar, de ahí la siempre presente inestabilidad de la literatura.




miércoles, 8 de enero de 2014

Impresiones sobre la teoría literaria

Durante el tiempo que he estado estudiando la carrera de literatura, he descubierto que para la correcta interpretación de cualquier texto literario es necesario tener en cuenta una visión objetiva de cualquier escrito, así como una competencia lingüística y cultural que permita extraer, analizar y tomar una postura de lo que entendamos. Si embargo, durante un tiempo mi interpretación se reducía a un marco subjetivo, donde traducía lo "comprendido" a través de conocimientos previos, experiencias y sospechas. No sabía que tiempo después la teoría literaria -en especial la hermenéutica- ampliaría dicho margen, aunque también conllevó ciertas consecuencias, ya que surgió un conflicto, el cual aún permanece, de acuerdo al tratamiento científico de la literatura.  

Cuando tomé el curso de teoría literaria nunca sospeché que la diversas metodologías de corrección fuesen densas, complejas y casi indigeribles. Los parámetros que cada corriente y teórico planteaban eran diversos, aunque al mismo tiempo limitados, pues las nociones de análisis e interpretación se quedaban cortos ya que sólo se aplicaban a determinados textos y géneros.

Conforme avancé en las nociones científicas del análisis literario quedé muy confundido, pues no me parecía que la literatura debía ser estudiada como ciencia. Sin embargo, más tarde comprobé en un seminario de hermenéutica, que la interpretación se podía concretar a través del estudio del lenguaje, el contexto y el fondo, de tal forma que se estudiaba el texto dejando aparte tanto al lector como al autor.

Gracias a esta aproximación aislada de la hermenéutica comprendí que toda aquella teoría funcionaba de determinada forma, y que a pesar de que su aplicación no es del todo certera, el constante avance de las teorías me permitía escoger la más adecuada. entonces a partir de la formación de un pensamiento crítico, establecido mediante las teorías, es que se encontrarán la verdades y las inferencias correctas.